domingo, 22 de noviembre de 2015

Ejemplos de Patrimonio Tangible

Patrimonio Cultural de México





Etimológicamente, la palabra patrimonio nos remite a los bienes que heredamos de nuestros padres y, extensiva y figuradamente, de nuestrosascendientes. Herencia de nuestros padres y de los padres de nuestros padres, el patrimonio nos remonta hasta el tiempo en que la existencia de los individuos se difumina en la de las familias y ésta en la de los pueblos. A la idea de patrimonio corresponde la de los pueblos. A la idea de patrimonio corresponde también, en este sentido, y de modo primordial, la noción de colectividad.

"Patrimonio" ha pasado a significar una realidad muy vasta: todo aquello que, como testimonio de los valores y el trabajo de las generaciones pasadas, forma hoy parte de los bienes individuales o sociales que han merecido y merecen conservarse. En efecto, lo que unas generaciones transmiten a otras no son sólo cosas: son también ideas, conocimientos, representaciones del mundo, valores, costumbres y tradiciones, además de objetos, testimonios y documentos de otras épocas.

En este sentido, el patrimonio de una sociedad es esencialmente cultural: lo constituyen bienes de suyo perdurables, poseedores de una vigencia intemporal y de un significado particular para esa sociedad desde el punto de vista de sus creencias, su tradición y su identidad. Y, por otro lado, esos " bienes " no son necesariamente materiales, dado que los valores y los símbolos de que éstos son portadores han surgido de la vida de las sociedades y se encarnan en ella, y no únicamente en obras físicas.

En la medida en que esos valores viven y se transforman de una generación a otra, puede hablarse también de un patrimonio cultural formado por las prácticas que expresan tradiciones, rasgos simbólicos e inclinaciones de largo o reciente arraigo en el grupo social. Por ello, en los enfoques actuales del patrimonio cultural, esta última precisión tiende a ocupar un sitio sobresaliente.
Patrimonio cultural tangible e intangible

El concepto de patrimonio cultural, comúnmente referido sólo a bienes materiales con un significado o valor particular de tipo arqueológico, histórico o artístico, se ha ampliado para referirse también a las lenguas, música, costumbres, expresiones de las culturas populares, tradiciones, prácticas artesanales, acervo intelectual y, recientemente, acervos fílmico y fotográfico, entre otras manifestaciones de la cultura de un pueblo. Se habla, así, del patrimonio cultural tangible e intangible de una nación.

Consecuentemente, los conceptos de protección y conservación del patrimonio cultural se han enriquecido de manera notable. La preservación del patrimonio cultural no presupone únicamente las disposiciones jurídicas y las tareas para proteger del deterioro físico y de la amenaza de agentes sociales y naturales a monumentos históricos, obras de arte,vestigios arqueológicos, testimonios y documentos, sino los conceptos y los medios para atender la conservación, mucho más compleja, de realidades lingüísticas, tradiciones musicales, técnicas artesanales, valores, modos de vida o visiones de la realidad.

El patrimonio cultural de una nación no se restringe a los testimonios materiales del pasado, que dan cuenta de un rico proceso histórico de formación de valores, sino que comprende también las formas vivas en que esos valores encarnan en la actualidad. Por eso, aunque distintas en la naturaleza de su acción y en su complejidad, pero confluyentes en sus propósitos, la preservación del patrimonio cultural tangible y la del patrimonio intangible dan su justa dimensión al patrimonio cultural de un pueblo como el gran acervo de obras, testimonios, valores y tradiciones que forman su cultura viva y actuante, y que habrá de ser enriquecido con la creatividad del presente para constituir, a su vez, el legado para las generaciones futuras.

En este sentido, es conveniente mirar el campo de la conservación del patrimonio cultural, no en su acepción restringida a los bienes tangibles, sino en su dimensión íntegra, que comprende también la compleja realidad del acervo intangible de elementos culturales que sustenta en sus diferentes estratos la vida social.



Debe tomarse en cuenta, además, que el concepto de patrimonio cultural no es estático, y forma parte él mismo de las representaciones que los pueblos se hacen de su cultura en los diferentes momentos de su historia. Lo que una sociedad considera que es su o el patrimonio cultural, es algo que va cambiando con el tiempo, tanto en su definición como en sus contenidos, y se encuentra estrechamente ligado no sólo con las formas culturales sino también con los procesos históricos y sociales. Tiene que ver, por ejemplo, con el reconocimiento como propias o la exclusión de formas culturales diversas, con el proceso de integración social y con el grado de conciencia de identidad nacional, entre otros muchos factores.
México: un patrimonio plural

México es uno de los mejores ejemplos de la complejidad de estos procesos y de la paulatina formación y transformación de la idea de patrimonio cultural. Sobre su territorio se han sucedido, encontrado o fusionado los más diversos grupos étnicos, dueños de particulares y heterogéneas culturas. La idea de que en México se inicia el mestizaje a partir de la llegada de los españoles ha sido abandonada hace mucho tiempo.

Étnica y culturalmente, México ha sido siempre escenario del mestizaje, de la fusión de pueblos y culturas, a través de los más diversos y complejos procesos, en cuyas condiciones no se reconoce siempre el libre y natural intercambio o comercio cultural, sino también las superposiciones, las oposiciones y las sustituciones de las formas culturales.

Por ello, si bien cada pueblo ha generado actitudes propias y formas en las que se reconocen maneras de entender o valorar lo que podría considerarse su patrimonio cultural, el concepto de éste como sistema de vasos comunicantes entre los grupos y comunidades que en un sentido más amplio constituye un pueblo -como factor de integración de sectores y estratos diversos, como suma, en consecuencia, de elementos y formas heterogéneos- tiene sus orígenes en el surgimiento mismo de nuestro Estado nacional.

No es casual que haya sido el más temprano ideario de nuestro movimiento de lndependencia el que, partiendo del reconocimiento de la diversidad de la nación, se propusiera construir un Estado capaz de aglutinar a todos los individuos y grupos en términos de equidad, no suprimiendo sus diferencias, sino afirmando la pertenencia de todos a una misma condición, la de ciudadanos mexicanos, por el solo hecho de haber nacido en esta tierra, más allá de toda particularidad étnica, cultural y social.

Al mismo tiempo que se rechazaban las distinciones étnicas en la prescripción de derechos y obligaciones, se afirmaba la pluralidad como una característica intrínseca de nuestra sociedad, más allá de todo juicio o adjetivo. Ello implicó una gradual asunción, que se prolonga hasta nuestros días, de los patrimonios y las formas culturales de los grupos como mexicanos.

Así, la idea de patrimonio cultural tal como hoy la entendemos, como la suma del legado cultural de todas las épocas y todos los grupos étnicos que han habitado nuestro territorio, remonta sus orígenes a nuestro siglo XIX. Es cierto que ya desde los primeros años de la Colonia hubo, junto al desarrollo de la cultura hispánica trasplantada a nuestro suelo, fusiones con la cultura indígena e intentos de valorarla o preservarla, pero la noción de que las diversas formas culturales desarrolladas en México se identifican en términos de valor e importancia en cuanto emanaciones genuinas de los múltiples y heterogéneos grupos que en el país han coexistido, es relativamente reciente, y parte del inicio de la construcción del Estado nacional en el siglo XIX.

De este modo, la historia del concepto de patrimonio cultural refleja, entre nosotros, un paulatino ensanchamiento tanto respecto de los géneros y las formas culturales que comprende, como de sus expresiones en diversos grupos étnicos o sociales, al igual que paulatinos han sido la propia integración social de esos grupos en nuestra sociedad y el reconocimiento social y jurídico de términos equitativos en esa integración.

De ahí que hasta fechas muy recientes haya seguido siendo necesario introducir reformas y declaraciones explícitas a nuestro marco jurídico, como la que significó, en el caso delartículo 40. constitucional, el reconocimiento de México como país multiétnico y pluricultural y la obligación de la ley de promover el desarrollo de las lenguas, culturas, usos, costumbres, recursos y formas específicas de organización de los pueblos indígenas.

Esta reforma constitucional indirectamente consagra una conciencia de nuestro patrimonio cultural que es el resultado de complejos procesos a lo largo de cinco siglos, y que tuvo sus mayores impulsos en dos momentos determinantes: el movimiento de Independencia y la Revolución de 1910. Estos dos movimientos políticos y sociales conllevaron, entre otras cosas, una introspección profunda del país, una mirada hacia su interior, una conciencia de identidad y una redefinición del proyecto nacional.

En ambos casos, la nación cobró conciencia de su pluralidad histórica y de la necesidad de fincar su unidad en la diversidad. Este autorreconocimiento fue dando forma a la conciencia de nuestra cultura no como una cultura homogénea sino como una cultura de culturas, sustentada en el sincretismo, en la convivencia y en el influjo recíproco de tradiciones diversas.
Concepción jurídica del patrimonio cultural

La conciencia de la pluralidad de nuestra cultura es la base de nuestra concepción del patrimonio cultural, plasmada en la definición y el uso social del patrimonio y reflejada en la legislación vigente consagrada a su protección y cuidado. Nuestra Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos de 1972 está basada en una definición cronológica de los bienes pertenecientes a nuestro patrimonio, que comprende las épocas prehispánica (monumentos arqueológicos: bienes muebles e inmuebles producidos por las culturas anteriores al establecimiento de la hispánica, así como los restos humanos, de flora y de fauna relacionados con ellas), colonial y decimonónica(monumentos históricos: inmuebles construidos en los siglos XVI al XIX, así como documentos y expedientes, documentos originales manuscritos y colecciones científicas y técnicas del mismo periodo) ydel siglo xx (monumentos artísticos: bienes muebles e inmuebles con valor estético relevante pertenecientes a este siglo).

Esta conceptualización, naturalmente sujeta a depuración y actualización, destaca por su carácter abarcador y comprehensivo, dado que incluye en nuestro patrimonio cultural las obras y testimonios de todas las épocas de nuestra historia, es decir, de todos los grupos étnicos que han habitado en México, e incluso da al término "cultural" su más amplia acepción de "conocimiento"al atribuirle, además de las creaciones y los vestigios humanos, los naturales que revisten un interés científico, y en este sentido contribuyen al conocimiento de la historia de México.

Se habla, por ello, de restos humanos, de fauna y flora de la época prehispánica, pero también de la prehistoria, al contemplarse "los vestigios o restos fósiles de seres orgánicos que habitaron el territorio nacional en épocas pretéritas y cuya investigación, conservación, restauración, recuperación o utilización revistan interés paleontológico".

Se trata pues de una concepción delpatrimonio cultural en la que tienen cabida no sólo los monumentos y vestigios arquitectónicos, las obras de arte y los objetos producto de culturas o civilizaciones pasadas, sino también los vestigios con valor científico, acervos bibliográficos, documentales, científicos y técnicos, bienes agrupados genéricamente dentro de los patrimonios paleontológico, arqueológico, histórico o artístico, conforme a la época a la que pertenecen.

Diversos especialistas han señalado que la nuestra es una legislación "patrimonialista", es decir, restringida a bienes que aun siendo de la más diversa especie, son todos de naturaleza material, física. Se trata, en efecto, de una legislación específica: la referida a monumentos y zonas aunque estos son conceptos adaptados en el más amplio de los sentidos.

Sin embargo, las prácticas actuales de preservación del patrimonio cultural asumen cada vez más la noción de que éste no se reduce a bienes tangibles sino comprende también un gran número de intangibles. En este sentido, es fácil concluir el universo extraordinariamente vasto que presupone un patrimonio cultural como el de México: el cúmulo de vestigios paleontológicos dispersos en un extenso territorio; las huellas de las culturas prehispánicas en más de 200 mil puntos del país, así como el enorme acervo de objetos producto de su civilización material y de su arte, resguardado en incontables colecciones públicas y privadas; los monumentos arquitectónicos, la producción de las artes populares, el patrimonio artístico, histórico, bibliográfico y documental generado en cientos de ciudades y poblaciones a lo largo de tres siglos de Colonia y, más tarde, en los dos del México independiente, acervo inmenso, de carácter material, al que hay que sumar el intangible y no menos extenso de las ideas, tradiciones, costumbres, lenguas, creencias y valores que definen el ser de la nación y sus comunidades múltiples y diversas.
Inventarios

La ampliación del concepto de patrimonio cultural ha subrayado, hoy en día, la necesidad de determinar con precisión no sólo sus contenidos, desde el punto de vista teórico, sino también la naturaleza y la dimensión de los distintos acervos que forman el nuestro. Los inventarios de nuestro patrimonio cultural, el conocimiento pormenorizado del número de bienes que lo forman, de su estado de conservación y características, son una condición indispensable para la definición e implementación de políticas y programas eficaces para la preservación, el estudio, el aprovechamiento y la difusión de ese patrimonio.

En estos años, se han intensificado en nuestro país lo esfuerzos en este campo. Como ejemplo de ello debe mencionarse el Programa de Registro del Patrimonio Artístico Nacional que ha dado a la labor de inventario de nuestro patrimonio un impulso sin precedentes en nuestra historia.

Entre 1993 y 1994, este Programa, consistente en control de acervos e información, manuales de procedimientos para su registro, criterios para la identificación de obras y sistematización completa de la labor de registro, ha permitido grandes avances en el inventario de los bienes culturales custodiados por el Instituto Nacional de Bellas Artes y el  Instituto Nacional de Antropología e Historia.

En el caso del INBA, se ha completado el 100% del registro y la captura de información sobre las obras de arte resguardadas en sus museos de la Ciudad de México (17, de los cuales sólo doce cuentan con acervo propio) y el interior de la República (nueve), así como de los monumentos artísticos bajo su responsabilidad en todo el país. Por lo que se refiere al INAH, el avance también ha sido sustancial.

Poco más del 90% de las piezas arqueológicas, históricas y etnográficas de sus museos en el área metropolitana y del 80% de sus museos del interior de la República; el 100% de los monumentos históricos inmuebles a su cargo en el Distrito Federal y poco más del 60% en el interior de la República. Asimismo, en el campo del INAHse ha registrado cerca de un 90% de las piezas en colecciones privadas y museos no institucionales en la República mexicana.

Igualmente ilustrativo es el trabajo del INAH emprendido en su Fototeca en la ciudad de Pachuca, Hidalgo, que bajo la forma de un Sistema Nacional de Fototecas lleva a cabo laconservación, catalogación, captura y digitalización de las cerca de un millón de fotografías contenidas en ese acervo, y plantea incorporar el resto de las fototecas públicas y privadas de todo el país a una red a través de un sistema de catalogación y digitalización unificado.

Este último ejemplo pone en evidencia el compromiso existente en extender la acción de los inventarios, de los espacios y acervos tradicionales (museos, zonas arqueológicas, monumentos artísticos), a otros que, producto de innovaciones y transformaciones culturales relativamente recientes, son también prioritarios como depositarios de la memoria histórica y de la identidad de la nación y ejemplos de su expresión y creatividad artística.
Responsabilidad social

Otra de las consecuencias de la transformación del concepto del patrimonio cultural en un sentido incluyente, no excluyente, ha sido la creciente asunción de todas las comunidades y grupos sociales de la responsabilidad de proteger y conservar su patrimonio cultural.

Hoy día, el país cuenta con experiencias como las del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes, que ha canalizado el interés del sector empresarial respecto de esta tarea, actuando como gestor ante él para la obtención de recursos y como mecanismo financiero encargado de hacer deducibles de impuestos las aportaciones que las propias instituciones culturales gestionan ante la iniciativa privada; el Fondo Nacional Arqueológico, como modelo de una acción estratégica, tendente a modernizar campos específicos del estudio y la preservación de nuestro patrimonio y llevar a cabo trabajos de rescate y conservación de largo alcance; la Comisión Nacional para la Preservación del Patrimonio Cultural, que promueve la organización y participación de la sociedad civil a nivel estatal, municipal y local para la protección del patrimonio de las comunidades respectivas; canales como el Programa " Adopte una Obra de Arte", que propone a futuros mecanismos un modelo de participación de las comunidades en la recuperación y conservación de bienes específicos determinados por ellas; la Federación Mexicana de Asociaciones de Amigos de los Museos, que con su fortalecimiento refleja la acción creciente de estas agrupaciones de la sociedad civil en la preservación, el incremento y la difusión de nuestro patrimonio cultural; así como muchos otros mecanismos que hacen posible la participación de todos los sectores de la sociedad en el cuidado de su patrimonio.

Hoy más que nunca, ante la plena conciencia de la vastedad y pluralidad de nuestro patrimonio cultural, y frente al acrecentamiento del sentido de pertenencia, de compromiso hacia las generaciones futuras y del símbolo permanente que ese patrimonio es de nuestra aspiración a subsistir como una nación unida en la diversidad, y consciente de su historia, su conservación entraña una participación colectiva, democrática, que refleje puntos de vista plurales y, sobre todo, los de las comunidades a las que por tradición y proximidad pertenece en primer término el patrimonio.

Sólo con esa colaboración las instituciones y hombres de cultura, comprometidos con esta tarea, podrán hacer frente a antiguas y nuevas necesidades que en los más diversos terrenos se presentan, desafiando la creatividad y la capacidad de trabajo de quienes reconocen en el patrimonio cultural una base firme y un punto de referencia esencial en la evolución y el avance de México.

jueves, 1 de octubre de 2015

Patrimonio Cultural Tangible

Historia de México

Esta es una serie breve y bien estructurada para conocer la historia de nuestro país en pocos minutos.


Herencia Prehispánica


Un video que analizaremos en clase para recordar nuestras raíces y herencia prehispánica.


2 de Octubre


Otro de los desagradables sucesos que marcan nuestra historia y dejan huella en nuestra Ciudad de México.


Terremoto 1985


En el XXX aniversario del acontecimiento vale la pena revisar los hechos y hacer conciencia.

La Otra Conquista - Película


Esta es una película muy peculiar que maneja el tema de la evangelización. Es interesante que le den una revisada.


domingo, 13 de septiembre de 2015

Historia del D.F.






La historia del Distrito Federal (ciudad capital de México, también llamada Ciudad de México) comienza propiamente a partir de su creación oficial en 1824, con la promulgación de la primera Constitución Federal Mexicana. En este artículo se presenta un panorama histórico desde los tiempos prehispánicos hasta la actualidad.

Desde la llegada de los seres humanos al valle de México, el territorio que actualmente ocupa el Distrito Federal ha sido un punto medular en el desarrollo de las sociedades que han vivido en lo que hoy se conoce como México. Los restos más antiguos de ocupación humana en el Distrito Federal proceden de sitios ribereños de lo que fue hace mucho tiempo el sistema lacustre conocido como Lago de Texcoco. Los más antiguos indicios de ocupación humana de este territorio proceden de San Bartolo Atepehuacan (Azcapotzalco), y corresponden al período Cenolítico Inferior (9500-7000 a. C.).


Posteriormente, bajo el influjo o a la sombra de la cultura olmeca, en los tres primeros milenios antes de Cristo se desarrollaron en el territorio del Distrito Federal varias poblaciones que con el tiempo adquirieron gran importancia en la historia de Mesoamérica. Entre ellas están Tlatilco, localizada en la ribera norte del Lago de Texcoco, y Cuicuilco, en las faldas de la sierra del Ajusco. Hacia el final del período Preclásico, habían decaído muchos siglos después de la decadencia de Tlatilco, y por el inicio de la era cristiana, Cuicuilco había comenzado a ceder su hegemonía en el valle de México a la gran ciudad de Teotihuacan, localizada al noreste del lago de Texcoco.


Durante el período Clásico, Teotihuacan fue un imán que atrajo a la mayor parte de los pobladores de la cuenca lacustre, razón por la cual muchos antiguos pueblos preclásicos quedaron relativamente olvidados. Sin embargo, algunos de ellos hubieron de sobrevivir como satélites del área nuclear teotihuacana. Azcapotzalco fue el más importante de ellos, seguramente habitado por pueblos de ascendencia otomí. En el oriente del lago, el cerro de la Estrella fue la sede de un pequeño pueblo teotihuacano cuyos restos ya se conocían desde hace mucho tiempo. Los hallazgos arqueológicos en 2006 en el sitio revelan que este pueblo fue más importante y mayor de lo que se pensaba.


Durante la época de decadencia de Teotihuacan (siglo VIII), sus antiguos habitantes la abandonaron paulatinamente. Algunos de ellos se fueron a radicar a las riberas del lago, donde fundaron pueblos como Culhuacán, Coyoacán y Copilco. Entre los siglos VIII y XIII, el territorio del actual Distrito Federal fue el destino de varias tribus chichimecas. Una de ellas, la de los toltecas, pasó por Culhuacán, donde recibió la herencia teotihuacana de sus pobladores. Años más tarde, la fusión de los toltecas y los colhuas dio lugar a la gran cultura tolteca, que dominó el valle de México y buena parte de Mesoamérica entre los siglos XI y XIII. Cuando cayó Tula, la capital de los toltecas, algunos grupos volvieron a radicar a Culhuacan, y convirtieron a esta población en el poder dominante en el sur del lago de Texcoco.


Hacia el siglo XIV habían llegado los últimos remanentes de los pueblos chichimecas. Se establecieron en las orillas del lago. Los últimos en arribar fueron los mexica que luego de merodear por la ribera y ser mal recibidos en la mayor parte de los señoríos, finalmente en el año "2 Casa" o 1325 se establecieron en el islote de México. En ese sitio fundaron Tenochtitlan, la más grande metrópoli que conoció Mesoamérica. Tenochtitlan, junto con sus aliados de Tlacopan y Texcoco, ocupó un territorio amplísimo, de cerca de 300 mil kilómetros cuadrados. El florecimiento de Tenochtitlan fue interrumpido debido a la conquista española.
Conquista


Los españoles llegaron al territorio que actualmente es el Distrito Federal por Itztapalapan, en julio de 1519. Allí los recibió Cuitláhuac, que a la postre fue tlatoani de Tenochtitlan. Posteriormente siguieron su camino por la calzada de Itztapalapan, que unía la ribera sur de Xochimilco con el islote de México. En lo que hoy es la esquina de las calles de Pino Suárez y República de El Salvador, en el Centro Histórico de México, se encontraron Moctezuma Xocoyotzin y las tropas de Hernán Cortés el 8 de noviembre de 1519. Moctezuma les dio alojamiento en el Palacio de Axayácatl, su padre difunto, en contra de los consejos de Cuitláhuac y Cacamatzin. Seis días después, el tlatoani mexica fue preso por Cortés. Unos meses más tarde, en 1520, Pedro de Alvarado (en ausencia de Cortés, que partió a Zempoala a combatir a Pánfilo Narváez) orquestó la famosa matanza de Tóxcatl, donde arremetió contra los tenochcas, que a la sazón se encontraban celebrando una festividad en honor de Tezcatlipoca.


Este hecho fue el punto por el cual los mexicas rompieron hostilidades contra los invasores europeos. A consecuencia de ello fue muerto el tlatoani Moctezuma, en compañía de Itzcuauhtzin, señor de México-Tlatelolco. La muerte de ambos señores ocurrió en mayo de 1520. Según las crónicas españolas, Moctezuma fue muerto de una pedrada propinada por el pueblo enardecido. Según las crónicas indígenas, los españoles fueron los asesinos del tlatoani.


En sustitución de Moctezuma, Cuitláhuac, señor de Itztapalapan, fue elegido tlatoani de Tenochtitlan. Encabezando la resistencia contra la ocupación española, derrotó a los invasores y sus aliados tlaxcaltecas y zempoaltecas el 30 de junio de 1520, aunque no de manera contundente. Por aquella época también tuvo lugar una desastrosa epidemia de viruela, que se cobró miles de vidas, entre ellas la de Cuitláhuac. Como sustituto de Cuitláhuac fue elegido Cuauhtémoc.


Los españoles se dirigieron al valle de Puebla-Tlaxcala para reponerse de la derrota. Allí se planeó la fase final de la conquista militar. Fueron construidos 13 bergantines, con los que atacaron Tenochtitlan por el lago. Las poblaciones del sureste de la cuenca fueron arrasadas. Los españoles destruyeron el albarradón de Nezahualcóyotl y el acueducto de Chapultepec. El 30 de junio de 1521 arrasaron Tlatelolco. En julio, fue derrotado Coanácoch, señor de Texcoco. Finalmente, Cuauhtémoc se rindió el 13 de agosto de 1521.
La Colonia





Puesto que la ciudad de Tenochtitlan había quedado en un estado lastimoso, Cortés decidió establecer el gobierno español en la población de Coyoacán, al sur del lago de Texcoco. Desde allí gobernó con el título de Capitán General y Justicia Mayor y estableció el primer cabildo y ayuntamiento de América. Desde Coyoacán partieron las expediciones de conquista con el propósito de someter a los pueblos indígenas de los diversos rumbos de lo que sería el virreinato de Nueva España. En 1528 fue establecida la Primera Audiencia de México, encabezada por Nuño de Guzmán. En 1535 se creó el virreinato de Nueva España, y fue su primer virrey Antonio de Mendoza.


La Ciudad de México fue dividida en barrios (que se asentaron sobre las estructuras territoriales de los calpullitin mexicas). Las tierras situadas alrededor del lago fueron divididas en encomiendas, que luego se transformaron en ayuntamientos. Los pueblos de indios estaban situados originalmente en las orillas de las ciudades españolas, aunque con el paso del tiempo los límites fueron cada vez menos claros y los indios llegaron a vivir en los pueblos españoles, casi siempre por razones de trabajo. Al mismo tiempo que se fundaron diversas instituciones políticas en los nuevos dominios españoles, también tuvo lugar un proceso de aculturación de los naturales. Hubo una intensa campaña de hispanización de los indios, encabezada primero por los franciscanos, que establecieron instituciones como el Colegio de Indios de Santiago de Tlatelolco. En ellos, los nobles indígenas aprendieron español y el latín (el antiguo idioma de la Latio, de Roma, que era el idioma de la Iglesia y de las élites europeas), la doctrina de la iglesia y numerosos artes y oficios.


Durante la época colonial, la Ciudad de México se llenó de suntuosas construcciones, ya fuera para el culto religioso, como edificios destinados a la administración, o bien residencias de la élite criolla y peninsular. En contraste, la mayor parte de la población, indígena, vivía en la miseria en los barrios de la periferia y los pueblos ribereños o montañeses. Mientras el centro de la ciudad era objeto de constantes "hermoseamientos" (como las remodelaciones del Zócalo, o la pavimentación de las calles, a costa de los viejos canales); en las orillas la gente vivía en casas de bahareque asentadas sobre cenagales.


La ciudad virreinal tuvo varias inundaciones (1555, 1580, 1607, 1629, 1707, 1714, 1806), resultado de la destrucción de los diques que la protegían durante el sitio de Tenochtitlán, de las cuales la mayor fue la de 1629. El 22 de septiembre de ese año, luego de 36 horas de lluvia, la ciudad amaneció anegada. Este hecho llevó a tomar la decisión de desecar el sistema lacustre de la cuenca, por medio de la construcción de un canal y un tajo para dar salida a la cuenca por el río Tula.

Independencia


Tras la ocupación francesa en España, el ayuntamiento de la ciudad de México se declaró simpatizante de la independencia de Nueva España. Las posiciones de los miembros del cabildo iban desde los muy moderados, que consideraban la separación debía ser temporal, hasta los más radicales, como Francisco Primo de Verdad y Melchor de Talamantes, quienes pensaban que la independencia debía ser definitiva. La Junta de México contaba con el apoyo del virrey José de Iturrigaray. Sin embargo, un movimiento reaccionario puso presos a los miembros del ayuntamiento el 15 de septiembre de 1808 y consiguió la destitución del virrey. El licenciado Verdad fue asesinado el 4 de octubre de ese año, y Talamantes fue enviado a la prisión de San Juan de Ulúa.


Tras el inicio de la revolución independentista en Dolores, Guanajuato, el objetivo de las tropas insurgentes era la captura de la capital. Sus caminos los llevaron a las inmediaciones de la ciudad. Miguel Hidalgo y Costilla y su ejército llegaron a Cuajimalpa poco tiempo después de proclamar la independencia en Dolores. Derrotaron a los realistas en la batalla del Monte de las Cruces, y a pesar de ello, los insurgentes decidieron volver al Bajío sin tomar la capital.


A partir de entonces, el valle de México no volvió a ser objetivo militar de los independentistas, y se había convertido en la plaza fuerte del ejército realista. Hacia 1820, cuando la revolución popular estaba casi extinguida, la Ciudad de México fue la sede de nuevos movimientos contra el gobierno virreinal. Esta vez, los conspiradores eran los mismos que habían logrado la destitución de Iturrigaray, que tras la aprobación de la Constitución de Cádiz vieron amenazados sus privilegios. Entre ellos estaba Agustín de Iturbide, quien selló un pacto con Vicente Guerrero (jefe de la insurgencia en el sur de México) y luego obligó a Juan O'Donojú a firmar el Acta de Independencia de México. El Ejército Trigarante entró triunfante a la Ciudad de México el 27 de septiembre de 1821.

Creación del Distrito Federal


Tras la independencia, la Ciudad de México era parte y capital del Estado de México. El 18 de noviembre 1824 el Congreso decidió crear un Distrito Federal, una entidad distinta a los demás estados, para albergar los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, territorio que no perteneciese a ningún estado en particular y así evitar la influencia excesiva de un estado sobre los demás de la federación sino a todos por igual.


El territorio del Distrito Federal se conformó por la Ciudad de México y otros seis municipios: Tacuba, Tacubaya, Azcapotzalco, Mixcoac y Villa de Guadalupe, con un área de 220.6 km², superficie que se escindió del Estado de México. El 20 de febrero de 1837, al cambiar a un gobierno central, el Distrito Federal, como tal, desapareció; pero en 1846, la Constitución Federal fue restablecida y con ello reapareció el Distrito Federal. En 1854, Antonio López de Santa Anna expandió la superficie del Distrito Federal de 220.6 km² hasta aproximadamente 1,700 km², anexando grandes zonas rurales y montañosas del Estado de México, con el fin de controlar los pasos montañosos estratégicos hacia la ciudad.


Finalmente, entre 1898 y 1902 los problemas con los Estados de México y Morelos terminaron con el establecimiento de los límites definitivos del Distrito Federal, y disminuyó así su superficie a 1,479 km².


En la década de 1930 el gobierno decidió reconformar la administración interna del Distrito Federal, eliminando los ayuntamientos que lo conformaban, uniéndolos bajo el gobierno de la entidad, denominada el Departamento Central, que en las reformas de la década de 1970se convertiría en el Departamento del Distrito Federal. En esta década también se aprobó la creación de las delegaciones en las que está dividida la ciudad. De los barrios (San Pablo, San Antonio Abad, el Salto del Agua, Santa María la Redonda, Peralvillo, del Carmen, San Lázaro, Candelarita de los Patos), el Distrito Federal se fue transformando para dar paso a las nuevas colonias: Juárez, Roma, Condesa de Miravalle, Cuauhtémoc, Escandón, Daniel Garza, Santa Julia, del Carmen y la de Obreros entre otras. Las demandas por mayor autonomía de sus residentes hicieron que en 1993 se aprobasen leyes de gobierno propias, la creación de una Asamblea Legislativa y la posibilidad de elegir directamente al jefe de gobierno de la entidad. También fue en ese año cuando se modificó por última vez el artículo 44 de la Constitución para establecer el carácter jurídico de la Ciudad de México, que se erige como Distrito Federal en la federación mexicana; es decir, sólo existe una población en la entidad, la Ciudad de México, que a la vez es el Distrito Federal, como sede de los poderes de la Unión.
Siglo XX


Numerosas fuentes establecen como el inicio del siglo XX mexicano el comienzo de la Revolución. Esta guerra civil puso punto final al período conocido como Porfiriato. En esa época, el Distrito Federal fue ocupado sucesivamente por los maderistas, zapatistas y villistas y, finalmente, los carrancistas. Esta última facción sería sustituida por el llamado Grupo Sonora, que a su vez daría lugar al Partido Revolucionario Institucional (y sus antecedentes), que dominó el gobierno de México desde 1929 hasta el año 2000.


En 1929 fue suprimido el régimen municipal en el Distrito Federal, con lo que las trece municipalidades existentes en su territorio desaparecieron. Más tarde sería promulgada una ley que dividió la entidad en dieciséis delegaciones políticas, cuyos pobladores estaban imposibilitados de elegir representantes y gobiernos locales hasta el 2000.


Con el período de apogeo económico conocido como Milagro mexicano (décadas de 1950 y 1960), la ciudad de México vivió una época de urbanización sin precedentes en el país. Su población se duplicaba en menos de veinte años, y fue absorbiendo poco a poco a los poblados cercanos, hasta desbordarse del territorio del Distrito Federal. Se inauguraron numerosas obras públicas en ese período. Entre ellas se puede citar a la Ciudad Universitaria o el Estadio Azteca.


También a partir de 1950, la ciudad de México fue el escenario de numerosas expresiones de inconformidad con el gobierno priísta. En la década de 1950 tuvo lugar la protesta de los ferrocarrileros, que terminó con el encarcelamiento de varios de sus líderes (como Demetrio Vallejo). En 1968, los estudiantes de numerosas escuelas públicas y privadas también iniciaron una serie de protestas que concluyeron con la matanza de Tlatelolco, el 2 de octubre, por un grupo denominado Olimpia, perteneciente al Estado Mayor Presidencial. Tres años más tarde, el 10 de junio de 1971, un grupo de estudiantes de la Escuela Normal Superior que se manifestaban fueron atacados por un grupo paramilitar denominado Halcones, en lo que se conoce como la matanza del Jueves de Corpus. El 19 de septiembrede 1985, la ciudad de México fue semidestruida por un terremoto de 8,1 grados Richter. A partir de entonces, la sociedad civil capitalina comenzó a tomar cada vez más en sus manos el control de aquellos espacios que el Estado había dejado abandonados. Como resultado de lo anterior, en las controvertidas elecciones federales de 1988, el PRI fue derrotado ampliamente en el Distrito Federal por el Frente Democrático Nacional.


En diciembre de 1970 se publicó la ley que estableció la nueva división política de la ciudad. Nace entonces la Delegación Miguel Hidalgo como un reconocimiento a la lucha del "Padre de la Patria", símbolo de la libertad y la independencia.


En 1987 son declarados patrimonio de la humanidad el Centro Histórico y la zona lacustre de Xochimilco.


Para 1997, el Distrito Federal eligió a su jefe de gobierno por primera vez desde 1929. En esa ocasión el PRI perdió el control de la ciudad a manos del Partido de la Revolución Democrática (PRD). Este partido ha ganado las elecciones para jefe de gobierno del Distrito Federal en cuatro ocasiones consecutivas (1997, 2000, 2006 y 2012).
Siglo XXI


En la elección federal del domingo 2 de julio del 2006, de 71 millones 300 mil electores registrados en el padrón electoral, votaron 41 millones 791 mil 322 ciudadanos, que representó el 58.61% del padrón electoral. Fueron éstas, así, quizá las elecciones generales más concurridas y vigiladas de la historia del país.


En esta contienda se tuvo la victoria de Marcelo Ebrard en la elección para Jefe de Gobierno del Distrito Federal. A su vez, en la elección para candidatos a la presidencia de la República se obtuvo una cerrada diferencia de apenas 0.56% entre el candidato de la Coalición por el Bien de Todos, que conformaban el Partido de la Revolución Democrática, el Partido del Trabajo y Convergencia, y el candidato del Partido Acción Nacional.


Esto desencadenó una serie de manifestaciones en la Ciudad de México que pedían un recuento de los votos emitidos en las casillas de todo el país. Así fue como los simpatizantes de la Coalición por el Bien de Todos instalaron un campamento desde el Zócalo hasta la Fuente de Petróleos, a lo largo de la avenida Paseo de la Reforma, la más importante de la ciudad. Dicha manifestación se instaló el 30 de julio del 2006 y se levantó el 15 de septiembre del mismo año. El recuento de los votos fue negado y solo hubo una apertura parcial de los paquetes electorales, lo que significó un 9 por ciento del total. La ocupación de las calles y el cierre total de estas por parte de los manifestantes causaron que se polarizaran las opiniones de los habitantes de la ciudad y de todo el país.


En abril del 2007, el Distrito Federal se convirtió en la primera entidad federativa en despenalizar el aborto antes de las 12 semanas de gestación. La propuesta, votada en la Asamblea Legislativa, contó con aprobación amplia de los partidos representantes, y sólo los miembros del Partido Acción Nacional (PAN) y del Partido Verde (PVEM) votaron en contra de la propuesta.


En este mismo año (2007) el congreso de la unión de la Ciudad de México aprueba la ley de “VOLUNTAD ANTICIPADA” o del bien morir, dicha ley fue publicada el 7 de enero del 2008 en la gaceta oficial del distrito federal. La cual establece que cualquier persona mayor de 16 años puede decidir evitar ser sometido a tratamientos o procedimientos médicos que sean inútiles con el objetivo de prolongar su vida en una enfermedad terminal, esto con el objetivo de ayudar a la persona a proteger su dignidad otorgándole los cuidados paliativos para que pueda tener una muerte digna.


En diciembre del 2009 la asamblea legislativa del distrito federal (ALDF) aprobó la modificación del articulo 146 del código civil para el distrito federal, el cual hablaba del matrimonio entre hombre y mujer. Esta modificación a dicho articulo dio como resultado el matrimonio entre personas del mismo sexo o también llamado matrimonio civil igualitario. Esta ley se da a conocer en diciembre del 2009 en la gaceta oficial del distrito federal, entrando en vigor en marzo del 2010.